Ingvar se despertó del brillante sol de la mañana. Salí al jardín, a los barriles, donde, sobre la tierna hierba verde, vertí agua de la cabeza a los pies cargada de frescura nocturna; Entró en el jardín y recogió verduras para el desayuno, secándose simultáneamente al sol de una brisa ligera y ligeramente perceptible. El cuerpo estaba contento, respirando, una sonrisa apareció en su rostro hasta ahora adormilado. La vida ya estaba hirviendo, las mariposas y las moscas volaban,
los pájaros del jardín y sus alrededores cantaban, no los ruiseñores, cantaban al atardecer desde los bosques de abedules y los arbustos de rakita, que cantaban lo mejor que podían, pero junto a la orquesta. Desayunando en la calle, a la sombra de la viña, Ingvar se puso una amplia camisa de lino, recogió un cabello largo y húmedo en un moño, cortó la barba de un aparador fangoso, tomó una barra de pan casero, una jarra de leche fresca, miró brevemente los íconos oscuros en la esquina y fue a la granja. A la granja, donde en los edificios alargados de un piso, en una fila, a ambos lados de un largo y ancho pasaje, había cadáveres grandes y fuertes de servidores seleccionados, criptas extraídas de tamaño, masticando contraseñas a los buzones de otras personas y arrojando montones de correo no deseado cada minuto, para que por la noche entregaran las queridas cartas al propietario de la granja números y valores, tan necesarios para la continuación de esta vida antinatural, determinada, el flujo que Ingvara obligó a trabajar sin días libres y días festivos, en turnos, sin permitirle interrumpir su ritmo, o incluso dejarlo por completo. por el bien de una vida distante, desconocida, impopular y atrasada que una vez vivió todas las generaciones de sus padres y abuelos que lo precedieron ... Todas estas miles de personas desconocidas para él, este suelo en el que ascendió y desde el cual gozó alegremente, con confianza en su la justicia quería salir tan sinceramente. ¿Funcionará? Pero que pasa! Ya obtenido ...